El Cebil es un árbol, de la familia de las Leguminosas, de entre 10 y 25 m de altura y tronco de hasta 60 cm de diámetro, corteza rugosa, ramas terminales delgadas, hojas caducas, alternas, de 7 a 20 cm de largo. Flores hermafroditas con cinco pétalos y diez estambres color crema-amarillento.
Fruto legumbre, lineal, coriácea, comprimida, color castaño rojiza. Semillas de color cobrizo, lisas, entre 8 y 15 por fruto, comprimidas lateralmente, de alrededor de 1,5 cm de diámetro. Florece durante la primavera y fructifica desde principios de diciembre, hasta finales del verano. (Mas datos, consultar ficha morfología www.herbotecnica.com.ar)
Anadenanthera colubrina var. cebil
Fruto legumbre y semillas
En Catamarca, al sudoeste de la provincia en la ladera oriental de la Sierra del Alto-Ancasti, el arte rupestre, y las antiguas tradiciones chamánicas, no sólo se evidencia en la iconografía, sino que también aparece especialmente reforzada por el emplazamiento geográfico de los sitios con pinturas, pues éstos se encuentran solamente entre los 800 y los 400 metros sobre el nivel del mar, coincidentemente con la franja de bosque subtropical en el que crece naturalmente el árbol de cebil (Anadenanthera colubrina var. cebil), una de las especies más consumidas mediante el ritual inhala torio o “complejo del rapé”. (Torres 1987,1994).
Mortero, al pie de los aleros, se presume que ayudaría al proceso de preparación de pigmentos y molienda de semillas para la producción del rape
Pedemonte, bosque de transición, Yuchan, tillandsias y trepadoras (La Tunita Catamarca)
Resulta sumamente relevante entonces, el entorno natural de los sitios con arte rupestre. Esta característica del entorno natural, sumada al hallazgo de componentes psicoactivos de origen vegetal en la mezcla de las pictografías rupestres, y a los rasgos iconográficos analizados, son fuertes indicadores de que estamos frente a expresiones plásticas que pueden considerarse sin lugar a dudas, como arte chamánico.
Los fechados radiocarbónicos han ubicado estas pinturas en una fase tardía del período de Integración, entre los años 700 y 1300 de la era cristiana.
El análisis de la composición química de las pinturas, con características blanco-cremosas, mostró que tanto el cebil como el cactus wachuma (Trichocereus terschekii) también psicoactivo, habían sido empleados en la preparación. Tal vez esto tuvo un fin práctico, como otorgar coloración o adherencia, pero más probablemente, su inclusión en las mezclas pigmentarias obedeció a una función simbólica como es la de transferir a las imágenes rupestres el poder de los vegetales sagrados. De esta manera las pinturas también se imbuían de sentido y poderes sobrenaturales. (Más datos www.desdeamerica.org.ar)
Posible secuencia de casería.
El trance chamánico y la trilogía humano-felino-serpiente. El culto al jaguar (icono divino del arte de “La Aguada”) y la simbiosis con sus animales tutelares.
Un tema recurrente dentro de la corriente de “La Aguada” es, el culto al Sacrificador, la práctica del sacrificio humano y el cercenamiento, de "cabezas trofeo"; corroborado en los enterratorios de restos humanos.
Uno de los sitios con arte rupestre más notable de la zona, se encuentra en aleros de formaciones rocosas muy peculiares, en el departamento de Ancasti, situados en un reservorio de vida natural, todavía no declarado por lo tanto vulnerable, conocido como “La Tunita”, luego de serpentear un río conocido como Los Molinos a 2hs. de caminata de la localidad Icaño, con una fauna compuesta por pecaries de collar (Pecari tajacu), mulitas (Dasypus novemcinctus), conejos de los palos (Pediolagus salinicola), zorros gris (Lycalopex gimnocercus), aves como la charata (Ortalis canicollis), el carpintero negro (Campepehilus magellanicus) y jotes cabeza negra (Coragyps atratus), y en reptiles la lampalagua (Boa constrictor occidentalis), yarara chica (Bothrops neuwedi dipurus) y lagarto overo (Tupinambis teguixin) geko salamanca (Homonota fascista), entre tantas otras especies; Aislado y oculto naturalmente, por la topografía del lugar, “La Tunita” ubicada sobre un bosque de transición, rodeada de una amplia variedad de árboles como yuchan (Ceiba insignis), maiten (Maiten sp.), quebracho (Schinopsis marginata), variadas cactáceas quimil (Opuntia quimilo), plantas trepadoras y algunas tillandsias, tiene todas las características de ser y haber sido un verdadero lugar para la comunicación entre hombre y conciencia, tanto para los antiguos pueblos, como para todo aquel que visita este rincón de Catamarca.